Albherto's Blog
Argonauta, en busca del Vellocino de Oro. Una navegación diaria por la blogosfera… ¡ y hasta aquí puedo escribir !

23.- Las mujeres de Lemnos

Los argonautas y las mujeres de Lemnos

La primera escala en el viaje de Jasón y los argonautas hacia Cólquide en busca del vellocino de oro fue la isla de Lemnos. El año anterior, los hombres lemnios se habían peleado con sus esposas y, afirmando que ellas olían mal, las abandonaron por muchachas tracias capturadas en sus incursiones. Las lemnias, en venganza, se alzaron contra los hombres y los asesinaron a todos, incluyendo a los niños, a los ancianos y, por supuesto, a las pobres esclavas tracias. Sólo un hombre sobrevivió, el rey Toante; su hija Hipsípila no se atrevió a cometer un parricidio, así que lo puso a la deriva en un bote sin remos. Las lemnias luego eligieron a Hipsípila como su nueva reina.
Cuando los argonautas llegaron a Lemnos, las mujeres creyeron que se trataba de una expedición punitiva por parte de los tracios, se pusieron las armaduras de los hombres y fueron al puerto, listas para pelear. Pero el heraldo Equión parlamentó con Hipsípila y la convenció de que venían en son de paz.
Hipsípila convocó a un consejo, y propuso que se les entregara a los argonautas provisiones para el viaje, pero que no se les permitiese desembarcar, por miedo a que castigasen a las lemnias por el asesinato de sus hombres. Pero Polixo, la anciana nodriza de Hipsípila, se puso de pie y propuso que, por el contrario, se recibiese a los argonautas con hospitalidad, y que las mujeres de la isla se acostasen con ellos para engendrar nuevos habitantes que repoblarían Lemnos y que además estarían emparentados con todas las casas reales de Grecia. Las lemnias aprobaron calurosamente la propuesta, e Hipsípila alojó a Jasón y los miembros de su expedición en su palacio. Les explicó que, ante las infidelidades de sus hombres, las lemnias se habían rebelado y los habían forzado a emigrar junto a sus esclavas tracias, y los argonautas fingieron creerle.
Los tripulantes del Argo se dedicaron con entusiasmo a la agradable tarea de procrear con las hermosas lemnias; a Jasón, como jefe de la expedición, le tocó acostarse con Hipsípila, y tuvo con ella dos mellizos, Euneo y Nebrófono (otras versiones llaman al segundo mellizo Deifilo o Toante). El único argonauta que no se entregó a la orgía fue, extrañamente, Hércules. Él se quedó en el Argo esperando a que sus compañeros terminasen, pero las mujeres eran tan bellas y complacientes que los argonautas no sentían deseo alguno de dejarlas para reanudar una expedición tan peligrosa. Entonces Hércules sacó su maza y los forzó uno a uno a abandonar los lechos de sus amantes y volver a embarcarse. Esa misma noche zarparon hacia Samotracia, siguiente escala en su viaje a Cólquide.
Más tarde, las lemnias se enteraron de que Hipsípila no había matado a su padre (él logró llegar a tierra y salvarse) y la vendieron como esclava al rey Licurgo de Nemea. Pero permitieron que, eventualmente, su hijo Euneo se convirtiese en rey de Lemnos; el nuevo monarca instauró un festival anual de expiación por los asesinatos en masa.

Lemnos (Λῆμνος) es una isla griega en el mar Egeo, entre el Monte Athos y los Dardanelos (Helesponto), al suroeste de Imbros. Forma parte de la prefectura de Lesbos donde forma una provincia junto con la vecina isla de Agios Eustratios (habitada por algunos pescadores que viven en la aldea del mismo nombre en la costa noroeste) que fue la antigua Krise (Chryse, Χρυσή).

 
Isla de Lemnos  Isla de Lemnos

Apolonio Rodio, Las Argonáuticas I, 607 ss.
(trad. M. Valverde Sánchez, Madrid, Gredos, 2000)

Al tiempo que los rayos del sol, cesó el viento y a remo alcanzaron la rocosa Lemnos de los sintios.

Allí toda la población a la vez había sido abatida sin piedad el año anterior por la acción criminal de las mujeres. En efecto los varones, tomándoles odio, repudiaron a sus mujeres legítimas y tenían un apasionado amor por las cautivas que ellos mismos traían de la cosa de enfrente en sus saqueos de Tracia, desde que la terrible cólera de Cipris les perseguía, porque la habían privado de honores por largo tiempo. ¡Oh infelices, miserablemente desenfrenadas por los celos!, no sólo aniquilaron, junto a aquéllas, a sus propios esposos en el lecho, sino a la vez a todo el linaje masculino, para no pagar en el futuro castigo alguno de su abominable crimen. La única de entre todas que libró a su venerable padre fue Hipsípila, hija de Toante que a la sazón reinaba sobre el pueblo. En un cofre hueco lo arrojó para que fuera llevado sobre el mar, por si acaso lograba salvarse. Y lo rescataron unos pescadores junto a la isla llamada Enea y más tarde Sícino…

A estas mujeres el pastoreo de los bueyes, el vestir broncíneas armaduras y el arar los campos fértiles en trigo les era más fácil a todas que las labores de Atenea en las que antes siempre se ocupaban. Pero, no obstante, muy a menudo escrutaban con sus ojos el ancho mar con un miedo terrible al momento en que vinieran los tracios.

Por ello cuando vieron la Argo navegando a rema cerca de la isla, en seguida todas juntas, tras vestir sus armas de guerra, acudían a la playa fuera de las puertas de Mirina, semejantes a Tíades devoradoras de carne cruda…

Hipsípila y Jasón

Él [Jasón] persuadió entonces a Hipsípila, al acabar el día, de acoger a los viajeros durante la noche…

[Habla Hipsípila a Jasón]:…»vosotros quedaos en el país. Si aquí habitar quisieras y te agradase, en verdad tendrías entonces la dignidad de mi padre Toante..» Habló así, ocultando la realización del crimen que se había perpetrado con los hombres. Y él a su vez le respondió: «Hipsípila, de buen grado aceptaríamos el ofrecimiento que nos haces y que necesitamos de ti. Vendré nuevamente de regreso a la ciudad, cuando les haya referido cada cosa por punto. Mas la realeza y la isla queden a tu cuidado. Yo las rehúso, no por desprecio, sino porque me apremian penosos trabajos.»

…Al instante se pudo en camino de vuelta. En torno a él, de uno y otro lado, incontables muchachas se apiñaban alegres, hasta que sobrepasó las puertas. Luego sobre ligeros carros llegaron hasta la ribera con muchos obsequios de hospitalidad, cuando él ya les había relatado en extenso todo el discurso de Hipsípila le dirigiera al llamarle. Y afablemente los llevaban como huéspedes a sus moradas; pues Cipris les inspiró un dulce deseo por gracia del ingenioso Hefesto, para que de nuevo en el futuro Lemnos estuviera íntegra, habitada por hombres. Entonces el Esónida se dirigió al regio palacio de Hipsípila. Los demás, cada cual adonde la suerte le deparó, excepto Heracles.

Esta escena está bordada en la cenefa que adorna el manto con el que Jasón, el argonauta, cubre sus hombros al ser conducido ante la presencia de Hipsípila, la reina de Lenmos. En otra escena de ese manto los cíclopes, inclinados con sus martillos sobre la forja, fabrican el rayo para Zeus; y se ve que el rayo está casi acabado: sólo un destello le falta. En otra más, los hermanos Zeto y Anfión, reyes de Tebas, echan los cimientos de las murallas de su ciudad; Zeto carga sobre su espalda la cúspide de una montaña, y parece fatigarse; Anfión hace sonar su lira, regalo de un dios, y rocas, más grandes aún, siguen sus pasos al compás de la música.

La descripción del manto de Jasón es uno de los pasajes en los que la fuerza de evocación del poema de Apolonio, el rodio, se hace más intensa ( I, 721-768). Más fácilmente, dice el poeta, podríamos fijar nuestros ojos en el sol naciente que en el rojo brillante que ilumina el centro de aquel tejido. En cuanto a las escenas que decoran sus bordes púrpura, enmudeceríamos al contemplarlas, suspendidos, aguardando en vano que las figuras nos dirigieran alguna palabra. En ningún museo arqueológico de Tesalia es posible observar esta obra, ni se conserva, expoliada o rescatada, en institución europea o americana alguna, ni, en definitiva, existió jamás, salvo en la voz del poeta. Sólo en virtud de su voz podría incluirse este manto en el catálogo artístico de la Grecia antigua, a medias un imaginario, a medias un inventario incierto formado por referencias literarias, y en el que las noticias de las obras han hecho sentir su influencia a través de los siglos tanto como las propias obras.

Limnos es la isla Griega mas desconocida y bella del Egeo septentrional. Vecina de Samotrathia y con unos 260 kilometros de costas.Tiene aeropuerto con vuelos diarios desde Atenas y ademas conexión con el Pireo por ferry con bastante frecuencia.Con la naturaleza mas apacible y armoniosa, grandes llanuras, un carácter acentuadamente pintoresco y según decimos los propios Griegos, las aguas mas limpias y cristalinas del Egeo.La capital, el principal pueblo y el mas armonioso lugar es Mirina, con bellas casas en la uniformidad de la arquitectura tipica del lugar.Mirina en la mitologia , era una de las amazonas, que se autoimputaba un pecho para tirar mejor con el arco.
Se supone que bajo la ciudad esta el antiguo santuario de Artemisa. De sus pueblos encantadores , visiten Kornos y sus iglesias, en Cochinas el castillo veneciano y los recintos arqueologicos de Hefestia y Cabiria, donde destaca el gran portico Telesterio.
Cerca de Caminia en el golfo de Vroskopos, se descubrio la ciudad prehistoria de Poliocne, uno de los recintos importantes de Grecia. No dejen de visitar los pueblos pintorescos de Murdos , Kontopuli y Livadojori , que ademas poseen estupendas playas.
Otras playas bonitas son las de Romaikos Gialos,platy, nevgati, Kabiria, Ormos tis Placas,Kosina , Zanos , Scandali y en barquito hasta la de Kaminia. Pero de nuevo las sin nombre , son las mas bellas y se encuentran explorando la isla. Aconsejamos alquilar un coche para poder disfrutar mejor de la isla.Desde Mirina pueden realizar una excursión de un dia en la isla pequeña y solitaria de Agios Efstratios, estamos seguros que les encantara.

Una respuesta to “23.- Las mujeres de Lemnos”

  1. buenos dias acabo de enterarme de tu pagina web y la verdad es que me parece super bueno no sabia de mas personas interesadas en estos temas, aqui tienes un nuevo lector que seguira visitandote quincenalmente.


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